Historias inspiradoras: la decisión de un juez de cambiar la cárcel por empleos y dar apoyo en lugar de castigos

El juez, John Phillips, (en California-Estados Unidos-) decidió buscar alternativas a las sentencias que dictaba habitualmente y decide cambiar la cárcel por empleos y dar apoyos en lugar de castigos.

Corría el año 2000 y el juez hacía tiempo que había perdido la cuenta del número de menores que había enviado al sistema penitenciario de California por delitos cometidos durante una adolescencia violenta, no guiada y sin esperanza. Por lo que propuso encontrar una alternativa a enviar jóvenes a prisión y brindar a los niños un ambiente de apoyo donde pudieran pasar esos años difíciles con una mano en el hombro.

Recorriendo la historia y observando este hecho recordamos a Michael Foucault filósofo, psicólogo, sociólogo, historiador francés; conocido principalmente por sus estudios críticos de las instituciones sociales, en especial el sistema de prisiones.

En su obra “Vigilar y Castigar” habla sobre que la justicia debe apuntar a reformar el “alma” en lugar de castigar el cuerpo.  Y decía que, “este es un cambio radical, porque significa que la persona íntegramente debe ser reformada, en lugar de ser castigada por una acción puntual”. 

Con esta idea y con las ganas de imponer alternativas, Phillips fundó Rancho Cielo un centro de capacitación vocacional, una academia culinaria y una escuela privada. Solo trabajan con jóvenes en riesgo o que viven por debajo del umbral de pobreza y se encuentra en la base de una colina en la ciudad de Salinas.

Al principio, la organización que lo dirigía solo aceptaba a delincuentes adolescentes. Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo XXI, Salinas empeoró varias veces y en 2015 se produjeron más asesinatos de menores que en cualquier otro lugar del país.

La estrategia cambió y Rancho Cielo pasaba frecuentemente por escuelas secundarias, cárceles del condado, centros de detención juvenil, refugios para personas sin hogar y hogares de acogida. Siempre preguntando si era posible acoger a lo peor de lo peor, con la esperanza de interrumpir el curso de las vidas de estos jóvenes y orientarlos hacia un futuro mejor.

Con ese fin, Rancho Cielo cuenta con una amplia variedad de programas, muchos de los cuales son prácticos y cinéticos, desde el programa de carpintería y construcción y reparación de autos antiguos, hasta apicultura y cuidado ecuestre.

Además, se llevan a cabo clases tradicionales de nivel de escuela secundaria sobre temas académicos como escritura y matemáticas, generalmente para preparar a los estudiantes para un GED o la admisión a un colegio comunitario. Esto se combina con cursos preparatorios adicionales como redacción de currículums y cartas de presentación y habilidades para entrevistas.

Cada año, 220 estudiantes asisten a Rancho Cielo y, aunque algunos no lo logran, el 84,8% de los delincuentes primerizos que se inscriben en Rancho Cielo nunca reinciden, en comparación con la tasa de reincidencia del 40% en el condado.