Con recursos mínimos, sacando ventaja de la promoción gratuita de internet y la duda si lo contaba era real ‘El proyecto de la bruja de Blair’, impactó. Pero además, cambió al cine de terror para siempre.
Cuando El proyecto de la bruja de Blair se estrenó el 25 de enero de 1999 en el festival de Sundance, la precedía una considerable expectación. Durante los meses previos, la historia de una película que recopilaba las grabaciones aparentemente reales de un trágico incidente, llamó la atención del público. Pero, para entonces, la discreta, pero persistente campaña en internet — del todo inédita hasta entonces en el mundo del cine —ya era un fenómeno viral. Uno que aseguraba que todo lo que vería en pantalla, estaba basado en una edición de diversas grabaciones al parecer halladas en un descampado.
Según el sitio web de promoción — que se identificaba como la investigación de un proyecto real —la película contaba una tragedia desde un punto de vista inesperado. En 1994, un trío de estudiantes de cine, habían desaparecido en los bosques vírgenes de Maryland. Su búsqueda comenzó prácticamente de inmediato. Aun así, solo se encontró su equipaje y unas cuantas cintas grabadas un año más tarde. El proyecto de la bruja de Blair, recogía el resultado que se logró revisar los carretes de cinta perdidos en el bosque. La falta de detalles y la apariencia realista de la web, hicieron el resto. Para buena parte de internet, el suceso real.
Con una premisa semejante, la primera proyección de la cinta se convirtió en un suceso. Cientos de periodistas, productores y público amante del terror, aguardaron para comprobar si se trataba de un elaborado hoax — como lo era — o algo más. Para el final de la función en el festival de Sundance, eso carecía de importancia. Lo que realmente hizo historia, es que El proyecto de la bruja de Blair desafió todas las convenciones del género. Mucho más, creó toda una nueva oleada de producciones experimentales de terror que aún se mantiene vigente. Un logro inmenso que convirtió en una de las cintas más importantes del mundo cinematográfico contemporáneo.
Un fenómeno inesperado e irrepetible
Para comprender en su totalidad lo ocurrido con El proyecto de la bruja de Blair, es necesario analizar que la película no es otra cosa que una edición casera de material amateur. Pero concebido de tal forma, como para narrar una historia que gana en tensión gracias a sus carencias.
Los directores Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, usaron las fallas de luz, los temblores en pantalla y errores de sonido, como prueba de la veracidad del argumento, Mucho más, cuando ordenado de tal forma en que la historia solo se hacía peor, apuntaba a la tragedia ya conocida. La cinta comenzaba como una investigación a campo abierto, que pronto se volvía una persecución misteriosa.
Un nuevo tipo de terror
Lo sobrenatural se insinuaba, pero jamás se mostraba del todo. Con recursos mínimos y usando la precariedad a su favor, la cinta era la suma de todos sus aparentes errores. De hecho, gran parte del peso de la trama, estaba en la desesperación, angustia y al final horror, de sus tres desconocidos actores.
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La forma en que poco a poco perdían la calma y terminaban por encontrarse en mitad de una situación, que paranormal o no, los sobrepasaba. Llorando y gritando confusos en cámara, no solo le daban un aire de autenticidad a El proyecto de la bruja de Blair que todavía resulta impactante.
Una cinta que sorprendió por su originalidad
Pero era su final, que cerraba una larga cadena de horrores sutiles, lo que dejaba claro que la cinta era algo más que un experimento ingenioso. Sin otra explicación que el hecho que finalmente el mal — lo que fuera — había capturado a las desventuradas víctimas, concluía con una escena abierta. Tan terrorífica en su simplicidad — uno de los personajes miraba a una pared mientras otro gritaba en medio del pánico — como para demostrar los alcances del fenómeno.
El miedo no estaba en lo que se veía en pantalla, sino en lo que el público podía imaginar una vez que la El proyecto de la bruja de Blair culminaba. En la primera proyección hubo llantos y gritos, en las siguientes, un fenómeno de horror colectivo que difícilmente podía explicarse. Para su llegada al cine comercial en 2000, la cinta era un rotundo éxito de proporciones incalculables.
El uso de la metaficción de una forma nueva
Con toda probabilidad, El proyecto de la bruja de Blair fue la primera película en la historia, en la que el público y en cierto punto la prensa, no estaba seguro si era real lo que contaba la película. El único precedente era el de Holocausto caníbal (1980), en la que el director Ruggero Deodato incluso enfrentó cargos criminales. Eso, al mostrar lo que parecía un cadáver real de un miembro del elenco. El escándalo alrededor de la cinta provocó una demanda judicial que obligó al realizador a presentarse en cortes.
Pero en El proyecto de la bruja de Blair, la apuesta fue más sencilla y quizás por eso, efectiva. Los actores — todos amateurs — tenían prohibido aparecer en público. Por otro lado, los directores se esforzaron en crear la sensación que se trataba de un metraje real. Eso, exagerando los fallos de sonido, los saltos de cámara y los giros de argumento espontáneos. Para justificar la edición del material, se utilizó el término found footage. En otras palabras, grabaciones no cinematográficas que debían ser ordenadas para ser comprendidas en pantalla.
Lo que parecía una definición simple de un proceso, marcó un hito en el género de terror. Porque no solo logró jugar durante meses con la idea de la realidad de la película — y aumentar la popularidad de la película — sino que replanteó la idea del miedo. El cine de terror, de relativa capa caída durante décadas, encontró en El proyecto de la bruja de Blair un punto de inflexión que robusteció sus premisas y le conectó con un nuevo público. Una generación que alimentó el mito de su éxito y lo sostuvo para la posteridad.
Un éxito incomparable
El proyecto de la bruja de Blair tuvo un presupuesto de $60 mil dólares y logró recaudar $248 639 099, en todo el mundo. Un éxito semejante, también tuvo otro logro histórico. El de abrir la puerta a cientos de cineastas, que comprendieron que sus limitaciones, podían ser utilizadas a su favor.
El género found footage se volvió no solo el preferido de los realizadores en busca de un lenguaje y a la vez, de una forma de contar historias novedosas. También, en la demostración que el cine de terror siempre podía cambiar para enfocarse en nuevas realidades y puntos de vista.
Veinticinco años después, El proyecto de la bruja de Blair sigue despertando el asombro y la polémica. Pero sobre todo, recordando su importancia. La de permitir al cine de terror hacerse cada vez más elaborado, adulto y audaz, para una audiencia que desea innovación y ¿por qué no? Solo sentir miedo. Su principal atributo.
Fuente: Hipertextual.com