Pasados los 40 años, el cuerpo y la mente comienzan a necesitar una atención diferente. No se trata de seguir modas pasajeras ni de hacer cambios extremos, sino de incorporar hábitos simples pero profundamente transformadores. Vivir mejor es posible, y estos son algunos pilares esenciales para lograrlo.

Dormir bien es salud
El sueño reparador es clave. Dormir entre 7 y 8 horas cada noche permite al cuerpo regenerarse y a la mente consolidar la memoria y las emociones. Para lograrlo, es importante apagar las pantallas del teléfono, la computadora y la TV al menos una hora antes de acostarse. La luz azul de los dispositivos altera la producción de melatonina, la hormona del sueño.
Una cosa a la vez, y bien hecha
Aunque el mundo actual promueva hacer mil tareas al mismo tiempo, lo ideal es lo contrario: concentrarse en una sola actividad y hacerla con calidad y atención plena. La multitarea agota el cerebro y reduce la productividad. Hacer pausas, estar presente y enfocarse ayuda a reducir el estrés y mejorar la salud mental.
Moverse es esencial (y más de 3 veces por semana)
El ejercicio regular mejora el estado físico, el ánimo y previene múltiples enfermedades. Pero atención: hacer actividad física solo tres veces por semana aún te ubica dentro del rango sedentario. Lo ideal es moverse todos los días: caminar, nadar, andar en bicicleta o hacer una clase de baile. La clave es la constancia.
Comer bien sin caer en modas raras
La alimentación debe ser equilibrada, variada y adaptada a las necesidades reales del cuerpo. Incorporá grasas saludables (como el aceite de oliva o el pescado), antioxidantes (frutas y verduras de colores intensos), y vitamina B12, fundamental para la salud cerebral, especialmente a medida que envejecemos. Evitá las dietas extremas o restrictivas sin asesoramiento profesional.
Proteger la salud mental: el nuevo desafío
La ansiedad y el agotamiento son cada vez más comunes. Para contrarrestarlos, es vital cuidar la mente: meditación, respiración consciente y descanso real son herramientas poderosas para reducir el estrés y mejorar la calidad de vida. No se trata solo de “no hacer nada”, sino de darle espacio al silencio, a la calma y al bienestar interior.
Aprender algo nuevo: música, arte, baile o lo que despierte tu creatividad
La neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y aprender, sigue activa después de los 40… si se la estimula. Aprender a dibujar, tocar un instrumento, cantar o bailar son actividades que no solo enriquecen la vida emocional, sino que también fortalecen la memoria, la concentración y la motivación.
Reducí el ruido digital
Menos notificaciones, menos distracciones, menos ansiedad. Reducir el tiempo frente a las pantallas y el consumo excesivo de información ayuda a reencontrarse con lo esencial: uno mismo, el entorno, los afectos.
Las relaciones humanas importan (y mucho)
Compartir tiempo de calidad con familia y amigos no solo alimenta el alma, también estimula áreas del cerebro vinculadas con la memoria, la empatía y la motivación. Los vínculos sanos y significativos prolongan la vida y mejoran su calidad.
No te olvides de chequear tu salud vascular
A partir de los 40 es importante hacer controles médicos regulares, en especial en lo que respecta a la salud vascular. Una buena circulación es clave para prevenir enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y deterioro cognitivo.