Día Mundial de la Microbiota: ¿por qué es importante cuidarla desde el nacimiento?

Cada 27 de junio se conmemora el Día Internacional del Microbioma, o de la Microbiota, como una forma de visibilizar la existencia y la importancia de los miles de millones de microorganismos que han colonizado todos los ecosistemas del mundo. A cada uno de esos ecosistemas de microorganismos se los llama “microbioma”.

En nuestro cuerpo habitan miles de millones de bacterias, levaduras, hongos, virus, arqueas y parásitos. Conviven en forma armónica, nos dan salud, nos protegen de infecciones agudas y de enfermedades crónicas, pero también conectan nuestro intestino con el cerebro, lo que comemos con nuestras emociones y lo que pensamos con lo que sentimos “en las tripas”, por utilizar un término popularmente extendido.

El microbiota intestinal, o lo que se conocía antes con el nombre de “flora intestinal”, es el ecosistema más conocido y más estudiado por el enorme impacto que puede tener en nuestro bienestar.

Somos lo que comemos, pero somos aún más lo que le damos de comer a este universo microbiano que está en nuestro intestino.

La gran cantidad de microorganismos salen de varios lugares. La adquisición, o colonización, de nuestro intestino es un proceso complejo y dinámico que empieza en el mismo momento en que nacemos, e importa mucho la forma en que nacemos. Para este microbiota, lo ideal es que el parto sea vaginal, para que el bebé pueda tomar los miles de millones de lactobacilos, bacterias benéficas, que mamá tiene en la vagina.

La leche materna. Hasta el año 2022 se creía que este líquido vital era estéril, pero es una fuente inagotable de nutrientes y defensas, así como también de microorganismos benéficos para el intestino del bebé, ya que aporta gran parte de los microorganismos que van a formar el microbiota intestinal del lactante.

Pero también el bebé irá incorporando lentamente microorganismos naturalmente presentes en el medio ambiente, los que le comparte su familia y hasta las mascotas que viven en casa. Por eso, es muy importante el contacto con la naturaleza y también no alterar el establecimiento de ese microbiota con antibióticos o antiácidos.

La leche humana es una fuente diversa y abundante de bacterias vivas, bacterias no viables y de sustratos específicos para el crecimiento de las bacterias intestinales benéficas, los llamados ‘oligosacáridos de leche humana’, y son más de 200 moléculas formadas a partir de la combinación de sólo 5, entre las cuales está la lactosa, el principal azúcar de la leche materna.

La leche humana ha sido fuente de inspiración para el desarrollo de probióticos, prebióticos y postbióticos (bióticos) que van a ir a reforzar la capacidad nutritiva de las fórmulas infantiles para aquellos niños donde la lactancia materna no está disponible, y así contribuir al desarrollo infantil y a la maduración del sistema inmunológico del intestino.

Los probióticos son microorganismos vivos capaces de otorgar un efecto benéfico y los que suelen usarse son cepas específicas de los géneros llamados bifidobacterias y lactobacilos

Las bifidobacterias constituyen el principal grupo microbiano en el intestino de los bebés saludables durante el primer año de vida, son las bacterias que se encargan de programar al sistema inmunológico.

Los prebióticos, por su parte, son sustratos que van a ser aprovechados por las bacterias benéficas del intestino; son el alimento que necesitan las bifidobacterias para crecer e instalarse en el intestino del bebé. Los prebióticos más utilizados son la inulina, los GOS y los FOS, los cuales son cadenas cortas (de 2 a 9 unidades) de galactosa o fructosa que solo las bifidobacterias pueden utilizar. Es una forma de darles de comer selectivamente, para promover su crecimiento en el intestino.

Los postbióticos son microorganismos no viables y los metabolitos que se produjeron durante un proceso de fermentación. La fermentación es un fenómeno benéfico y necesario y que tiene lugar naturalmente en el intestino, pero que también puede ser llevado a cabo de forma controlada utilizando leche y bacterias específicas para producir los postbióticos.

Los probióticos, prebióticos y postbióticos pueden aumentar la capacidad nutricional y funcional de las fórmulas infantiles, teniendo en cuenta que no hay nada que pueda igualar a la leche humana en su riqueza, abundancia, diversidad y dinamismo de un enorme ecosistema de nutrientes, factores de defensas, microorganismos y sustratos específicos para promover el desarrollo del microbioma infantil.

Si nuestro sistema inmunitario está elevado por una buena alimentación, la respuesta será diferente a aquella persona que está mal nutrido.

Por lo cual, se realizaron varias investigaciones donde se partió de enfermedades vinculadas al intestino como colon irritable, alteraciones del intestino, colitis ulcerosas, constipación crónica.

Se tomaron grupos de 25 pacientes a los que le dieron diferentes tipos de alimentación y fueron viendo como esta alimentación variaba de acuerdo a la patología y hacía cambiar los microorganismos en la flora bacteriana. “La conclusión de estos estudios dieron como resultado que todo alimento procesado es lo que genera bacterias más dañinas que se laman bacterias oportunistas que están como esperando para generar una actividad inflamatoria”, así lo indicó la Licenciada en Nutrición Andrea Botta en “Patas Arriba” con Ricardo Bustos

Además, la profesional indicó que “la incorporación de los ácidos grasos omega 3-omega 6 mediante frutos secos, vegetales, frutas frescas, cereales integrales, todo lo derivado de semillas, las harinas integrales de centeno, algarroba, quinoa, avena, todo este tipo de harinas generan una respuesta antiinflamatoria”.

Botta, finalizó: “Cuando el intestino se inflama, se obstruye por eso es tan importante nuestra alimentación y la incorporación de ácidos grasos omega 3 y 6 para que generemos un sistema de defensa fuerte. Y la actividad física, también es importante para mantener una vida saludable”.