La creciente del río Paraná y la perdida de hábitat natural movilizan a la fauna silvestre en busca de otros lugares

La creciente del río Paraná moviliza a muchas especies a buscar refugio en otros lugares. La pérdida de hábitat de la fauna silvestre por avance de la frontera agropecuaria obliga a muchos otros animales a emigrar a centros urbanos para buscar alimento.

En este último tiempo, es frecuente que pumas, ciervos, serpientes o zorritos sean vistos en zonas habitadas debido a que buscan en centros urbanos alimento. Por lo cual, es clave no atacarlos, alertar a las autoridades y recordar que todos estamos en un mismo ecosistema.

Cuando nos encontramos con un animal silvestre lo primero que debemos hacer es no lastimarlo ni hostigarlo. Los expertos recomiendan no intentar manipularlos ni alimentarlos, mantenerse alejados y no permitir que sean atacados por mascotas domésticas y por sobre todas las cosas alertar a las autoridades de fauna o defensa civil.

“Nos sigue sorprendiendo tanto la presencia de animales silvestre en nuestras ciudades y en nuestras vidas cotidianas porque estamos empecinados en creernos los protagonistas de este ecosistema y adaptarlo a nuestro estilo de vida. Por eso construimos una ruta que parte al medio un humedal, desmontamos áreas naturales para plantar soja, loteamos campos donde vivían los zorros y tapialamos las costas de nuestras ciudades con edificios que hasta desvían los vientos”, expresó Franco Peruggino quien trabaja en el refugio de fauna silvestre “Mundo Aparte de la ciudad de Rosario.

Las apariciones de ciervos axis (que parecen “bambis”) son originarios de Asia, son una especie exótica que fue introducida a esta región hace más de un siglo con el objetivo de ser utilizada como presa de caza. La historia cuenta que fueron inmigrantes europeos quienes trajeron a este animal a la zona de Rufino y también al corredor de la ruta 1 en el primer tramo del siglo pasado.

Con el correr del tiempo se han diseminado por todo el territorio provincial y en las islas del Paraná, como consecuencia de su acelerada tasa de reproducción, su habilidad para moverse y la ausencia de predadores naturales que sirvan para controlar el aumento de la población.

Lo que empezó siendo casi una diversión o un capricho de pocos, terminó en un problema ecológico importante, ya que se trata de una especie exótica introducida que se multiplicó con rapidez y facilidad poniendo en riesgo tanto a la fauna nativa como a los cultivos.

Otro animal muy frecuente en centros habitados son los pumas, tienen una amplia distribución geográfica que va desde el norte continental hasta el sur de Argentina y Chile. En Santa Fe pueden encontrarse en casi todas sus ecorregiones, ya que son animales con una gran adaptabilidad a los cambios en el territorio inducidos por la acción humana. Es común ver ejemplares cerca de zonas pobladas o campos en búsqueda de alimento.

Estos felino, como cada parte del sistema de la naturaleza, tienen un importante papel ambiental. Cumplen un rol ecológico, ya que al ser depredadores de grandes herbívoros “favorecen el desarrollo de la vegetación y remueven animales enfermos disminuyendo así la posibilidad de contagio”.

En cuanto a lo que trae el río, cuando el Paraná tiene una crecida importante como la actual todo el sistema se activa a niveles máximos. Son muchas las especies que buscan otros lugares para refugiarse o que cambian hábitos, sobre todo después de una bajante tan prolongada como la que atravesó el río entre 2019 y principios de este año.

Animales como los tatús, las iguanas y otras especies que hacen cuevas en la tierra se ven obligados a mudarse de lugar, así como los muy comunes guazunchos (ciervitos) y los coipos, que también buscan escapar de la inundación. En todos los casos, si llegan a zonas habitadas o a orillas de ciudades, hay que alertar a las autoridades de fauna de cada lugar e intentar intervenir lo menos posible.

En épocas de crecientes son muy habituales las serpientes y en este caso la recomendación es mantenerse alejado (personas y perros) y avisar a las autoridades de dependencias de fauna o Defensa Civil, que están capacitados para su manipulación.

Peruggino, de Mundo Aparte, explica: “nos empezamos a cruzar más seguido con la fauna silvestre porque estos animales, que desde hace tiempo están condenados a vivir en los pequeños reductos de naturaleza que quedaban, tienen cada vez menos espacio natural. Si la gente de un barrio cerrado ve cada vez más zorros, es porque hay cada vez menos monte”.

El mensaje desde “Mundo Aparte”, es “aprender a convivir con la fauna silvestre, sean comadrejas, lagartos o aves, sin alarmarse ni asustarse. Son encuentros para disfrutar y entender que somos parte de lo mismo”.