Un grupo de padres de una escuela de Neuquén formó parte de una investigación que de acuerdo a la demanda de sus hijos, le propuso estar dos días desconectados del mundo virtual.
No hay dudas que las nuevas tecnologías acercan a los que están lejos, pero muchas veces alarga la distancia de quienes están cerca. Con el desarrollo de nuevas plataformas es poco probable salir del mundo virtual por lo que hoy pasa tanto el trabajo como los momentos de diversión.
Pese a esta supuesta imposibilidad un grupo de niño entre 7 y 10 años hizo que los mayores de la casa no puedan usar celulares y el resultado fue la vivencia de nuevas experiencias que parecían olvidadas; los juegos y el tiempo compartido, lo más valorado.
Clara Oyuela, psicóloga y autora de Crónicas de una abstinencia, libro en el que plasmó su experiencia de pasar 30 días sin redes sociales ni whatsapp, explica: “Podríamos suponer que las familias que vivimos en San Martín de los Andes (Neuquén), rodeadas de un entorno de naturaleza y belleza sin igual, con tiempos distintos a los de la ciudad y ritmos familiares que pretenden darle prioridad a los vínculos entre padres, madres e hijos, somos familias poco atravesadas por la problemática del uso de celulares, pantallas y el universo de las redes sociales, pero esto está bastante alejado de la realidad porque si la problemática del exceso de pantallas tiene un único responsable, éste tiene un nombre: nosotros, los adultos”,
Los niños de la “Fundación Escuela Bosque”, de San Martín de los Andes, mostraron su preocupación al ver a sus padres todo el tiempo con el celular. Este fue el pie para que Oyuela viera allí un espacio para investigar y analizar. Por lo cual, expuso: “frente a esta realidad, propuse al grupo de padres y madres, hacer el desafío de desconexión: dos días enteros sin celular, un fin de semana sin conexión instantánea, sin redes sociales, sin WhatsApp. Sólo el e-mail como única forma de comunicación externa.El desafío parece sencillo, pero para la gran mayoría no lo es”.
La profesional en psicología dijo que “a raíz de la inquietud de ellos, decido armar un taller especialmente dedicado a este tema con los papás y las mamás de todos estos niños. Hablamos del celular y pantalla. Les propuse que durante ese fin de semana apagaran el celular y que como familia empezaran a tomar registros de qué sucede adentro de la casa cuando no hay celular de por medio y que esos registros escritos lo hagan los papás y mamás, pero que también los niños para expresar qué ven en sus papás y en sus mamás”.
La experiencia dejó muchas conclusiones sobre el uso que los adultos les dan a los celulares, la edad en que los menores deben tener uno propio, entre otras consideraciones.
Para finalizar, Oyuela dice: “No es no a la tecnología sino frenar y pensar qué pasa con estas niñeces, no con estas infancias, No demos por sentado que tenemos que darles un celular y que no podemos encontrar alternativas, podemos pensar en que surjan leyes u opciones más creativas si queremos que nuestros hijos estén comunicados con un celular en la pre adolescencia, que tengan esa independencia, esa autonomía sin estar expuestos a las redes sociales. Pongamos en la balanza que es más negativo si esa exposición a la red social en un preadolescente y qué se puede dar de positivo. Seamos adultos creativos y más valientes porque hay opciones”.