Científicos descubren que este colosal evento no solo provocó devastación, sino que también ayudó a que la vida primitiva prosperara.
Hace aproximadamente 3.000 millones de años, un gigantesco meteorito, unas 200 veces más grande que el que causó la extinción de los dinosaurios, impactó la Tierra. Según un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), esta colisión generó un tsunami global que habría hecho que el tsunami del océano Índico de 2004 pareciera insignificante en comparación. El impacto fue tan devastador que incluso llegó a hervir los océanos y provocó la evaporación de decenas de metros de agua, con temperaturas en el aire que alcanzaron los 100°C.
Este descubrimiento se debe a la investigación de un equipo de científicos liderado por la profesora Nadja Drabon, de la Universidad de Harvard. Los científicos realizaron varias expediciones al cinturón de Greenstone de Barberton en Sudáfrica, uno de los lugares más antiguos de la Tierra, donde encontraron rocas que contenían indicios del impacto de este meteorito, denominado S2. Equipados con mazos y acompañados de guardias forestales para su protección, el equipo recolectó grandes cantidades de muestras rocosas que luego fueron analizadas en laboratorio.
El cráter formado por el impacto tenía unos 500 km de diámetro, y la explosión expulsó rocas a velocidades extremas, formando una nube que rodeó el planeta. Según la profesora Drabon, “imaginemos una nube de lluvia, pero en lugar de gotas de agua, caían gotas de roca fundida desde el cielo”. El impacto generó tal cantidad de energía que las condiciones en la Tierra se volvieron extremadamente hostiles para cualquier forma de vida existente en ese momento.
Sin embargo, el estudio revela que, a pesar de la magnitud del desastre, la vida no solo resistió, sino que prosperó. Los fragmentos del meteorito agitaron nutrientes esenciales como el fósforo y el hierro, promoviendo el crecimiento de organismos simples. “La vida fue sorprendentemente resiliente”, dijo Drabon. De hecho, estos impactos violentos pudieron haber servido como catalizadores para que la vida primitiva floreciera en nuestro planeta.
El descubrimiento añade una nueva perspectiva sobre el rol que los impactos de meteoritos gigantes pudieron haber jugado en el desarrollo temprano de la vida en la Tierra. Lejos de ser solo eventos destructivos, estos impactos habrían fertilizado el planeta, creando las condiciones ideales para que la vida emergiera y se expandiera.