¿Las quejas deterioran el funcionamiento cognitivo?

Expertos advierten sobre el impacto que tiene este hábito en la salud cerebral y revelan si es posible revertir el daño

Cuidar el cerebro es fundamental para mantener un buen funcionamiento intelectual, preservar la salud mental y prevenir el deterioro cognitivo relacionado con la edad.

Los motivos que más citan los profesionales para fomentar la estimulación cognitiva son:

1) La prevención de enfermedades neurológicas ya que el cuidado del cerebro puede reducir el riesgo de desarrollar afecciones cerebrales degenerativas, como la enfermedad de Alzheimer u otras formas de demencia.

2) Su estimulación ayuda a tener una buena memoria, concentración, capacidad de aprendizaje y toma de decisiones.

3) Colabora con el bienestar emocional porque un cerebro sano permite gestionar el estrés y promover la estabilidad emocional.

4) Contribuye con la mejora de la calidad de vida en general al permitir realizar actividades diarias como encuentros sociales, tareas laborales o responsabilidades con lucidez y discernimiento.

Una de las premisas a la que llegaron los especialistas en prevención y cuidado de la salud cerebral es que quejarse constantemente atrofia el cerebro. Esta es una costumbre demasiado arraigada en la sociedad actual; las personas tienden a quejarse por diferentes razones: algunas se quejan para expresar su insatisfacción con una situación o para desahogarse emocionalmente; otras lo hacen como una forma de obtener atención o empatía por parte de los demás; y también están quienes usan la queja como una estrategia para evitar responsabilidades o para justificar sus propias acciones o decisiones.

Una frase popular dice: “Quejarse hace mal a la salud”. Son pocos los que toman este enunciado como algo literal. Como evidencia de dicho planteamiento un estudio de la Universidad de Stanford comprobó que estar expuestos a quejas de otras personas deterioran el funcionamiento del cerebro.

Los estudiosos develaron que exponerse a tan solo 30 minutos de quejas diariamente puede perjudicar el cerebro al estropear las neuronas del hipocampo -la parte del cerebro que se utiliza para la resolución de problemas y el funcionamiento cognitivo-.

El Dr. Travis Bradberry, autor del libro How Complaining Rewires Your Brain For Negativity, señala: “Quejarse se convierte en tu comportamiento predeterminado, lo que cambia la forma en que las personas te perciben”.

A la conclusión se llega a través de los investigadores de Stanford que utilizaron imágenes de resonancia magnética (IRM) de alta resolución que les permitieron detectar vínculos entre las experiencias de vida estresantes y la exposición a largo plazo a las hormonas producidas durante el estrés y consecuentemente, el encogimiento del hipocampo.

La médica neuróloga, Lucia Zavala (M.N. 146986) señala que “cuando estamos estresados o frustrados ya sea por algo que ocurre en nuestro entorno o por tener una conversación complicada, el cuerpo interpreta que está en peligro y comienza a liberar sustancias que tienen como fin ayudar a pasar esa situación de emergencia. Clínicamente cuando sucede esto se dice que se activa el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal y se libera cortisol”,

Además, la profesional explica que cuando se desencadenan estos procesos y para responder al estado de alerta, el cerebro comienza a reemplazar neuronas, remodelando las dendritas -partes de las neuronas cuya función es la de recibir el impulso nervioso y transmitirlo al cuerpo de la neurona- y como resultado provoca que el sistema nervioso se modifique para formar conexiones nerviosas en respuesta a la información nueva -fenómeno conocido como neuroplasticidad-.

La Dra. Zavala advierte, que “se ven afectadas varias funciones: la capacidad de decisión, la facilidad para descansar, se come sin pensar, se fuma o se toma alcohol en exceso, entre otras”, revela.

Con respecto a que si se puede revertir el daño causado, la neuróloga enfatiza “el estilo de vida y ambiente en el que vivimos nos afecta y estos efectos no son del todo ‘reversibles’, ya que pueden provocar cambios en la actividad genética”.

Una investigación realizada por la Universidad de California, descubrió que las personas que trabajaban a diario para cultivar una actitud y pensamientos de gratitud experimentaban un mejor estado de ánimo y energía y una ansiedad sustancialmente menor debido a que tenían los niveles más bajos de cortisol. Esto sería algo así como detectar cuando se están experimentando pensamientos negativos o pesimistas, modificarlos y pensar en algo positivo. Siguiendo los principios de la neuroplasticidad, de ser uno neurosaludable esa actitud positiva lentamente se puede tornar en una forma de vida.

Trevor Blake, emprendedor y autor de Three Simple Steps: A Map to Success in Business and Life, dice: “el cerebro funciona como un músculo que hay que entrenar”. Entonces, si estás atrapado en una conversación durante demasiado tiempo escuchando a alguien ser negativo, es probable que también empieces a comportarte de esa manera”.

Para evitar ser contagiado por las quejas, Blake recomienda: tomar distancia de los lamentos ajenos; pedirle a la persona descontenta que arregle el problema; y si ninguna de las anteriores funcionara queda aplicartécnicas mentales para bloquear los reclamos y salvar las neuronas como puede ser retirarse mentalmente a un lugar imaginario que brinde paz o placer.