Con la llegada del otoño, también llega la caída de las hojas que para muchos es una molestia por el trabajo que ocasiona juntarlas, mantener los patios o las veredas limpias
Muchas personas de generaciones mayores recordarán en más de una oportunidad rastrillar las hojas ayudando a los abuelos o padres, para luego prenderlas fuego junto al cordón de la vereda, controlando que no se desborde el fuego. También era una práctica habitual de los jardineros, una mala costumbre que todavía algunos practican, por cierto.
Con el transcurrir de los años esto ha cambiado de la mano de la concientización sobre el cuidado del ambiente.
Cabe destacar que, las plantas cumplen con la función de purificar nuestro ambiente dado que sus hojas retienen muchas sustancias tóxicas. Si quemamos las hojas secas, en el proceso de combustión, estas sustancias son liberadas nuevamente al ambiente y producen otras, como la dioxina o el furano, que son Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs) y muy peligrosos para la salud de las personas. Al quemarlas no solo contaminamos el medio ambiente, sino que perjudicamos la salud ya que el humo que respiramos es altamente tóxico, irrita el sistema respiratorio y la piel, y puede ocasionar daños severos para las personas con padecimientos pulmonares. Además, puede expandirse el fuego y generar incendios con grandes pérdidas.
Las hojas secas son materia orgánica que alimentan plantas y árboles, nutren los suelos y a los organismos que habitan en él. Conservan la humedad y protegen a las raíces; e insectos y animales pequeños suelen refugiarse en ellas.
Las hojas caídas contienen hasta un 80% de los nutrientes que un árbol absorbe durante la temporada de crecimiento. Al permitir su descomposición en el césped o macetas, devuelven sus nutrientes al suelo, donde son reabsorbidos por las raíces y serán utilizados para la nueva temporada de crecimiento.
Cuando las barras no las tires como si fueran basura ya que es mucho mejor depositarlas en un parque, jardín o macetas para que se reintegren a la naturaleza. No se debe romper el ciclo natural de la vida. Sirven para proteger del frío y las heladas al césped y a las plantas. Colocarlas sobre el césped, jardín o macetas aportará nutrientes a las raíces.
Amontonarlas en un rincón y humedecerlas, evitará que se vuelen por el viento y acelerará su descomposición. De esta manera se estará abonando el suelo de una forma simple y sencilla. Una buena práctica es el compostaje.