Este lunes dio inicio la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la COP29, en la ciudad de Bakú, Azerbaiyán. Con la participación de 197 países, el evento se centra en uno de los temas más urgentes: la financiación para medidas de adaptación y mitigación del cambio climático. En esta edición, los países buscan acordar un nuevo objetivo financiero, el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG), que promete redefinir la cantidad de dinero, los responsables de aportarlo y los destinatarios.
La meta de financiamiento vigente, establecida en el Acuerdo de París, obliga a los países desarrollados a contribuir $100.000 millones de dólares anuales. Sin embargo, con el plazo de este acuerdo acercándose a su fin en 2025, la comunidad internacional considera necesario aumentar significativamente esa cifra. Estudios recientes señalan que las necesidades actuales para combatir y adaptarse al cambio climático alcanzan los $8,5 billones de dólares anuales hasta 2030.
Durante las negociaciones, los países en desarrollo, especialmente los del Sur Global, exigen que los nuevos fondos se destinen no solo a reducir emisiones, sino también a enfrentar las consecuencias directas de eventos climáticos extremos, como huracanes y sequías, que afectan de manera desproporcionada a sus regiones. Además, se busca que el financiamiento no incremente sus niveles de deuda, que ya han crecido rápidamente en la última década.
Otro punto de debate es quiénes deben contribuir a este financiamiento. Mientras los países ricos presionan para que naciones en desarrollo con economías más fuertes, como China y Arabia Saudita, también aporten, los países más vulnerables temen que esto distraiga el enfoque en el monto final a recaudar.
La COP29 enfrenta, además, el desafío de lograr un acuerdo antes de la COP30, que se celebrará en Belém, Brasil, y en la que se espera que el tema de la movilización de recursos financieros siga ocupando el centro de la discusión.
Con el mundo alcanzando temperaturas récord y el promedio global superando el límite de 1,5ºC establecido en el Acuerdo de París, los resultados de esta cumbre son esenciales para definir el futuro de la financiación climática y la capacidad de los países en desarrollo para enfrentar la crisis.