Nada desaparece en el ambiente: el llamado urgente a cuidar nuestra casa común

Cada residuo que arrojamos de forma irresponsable al ambiente no se esfuma mágicamente: permanece contaminando durante años, décadas o incluso siglos, alterando de manera profunda y silenciosa los ecosistemas que sostienen la vida.

Botellas plásticas que tardan hasta 450 años en degradarse, latas de aluminio que permanecen por 200 años, colillas de cigarrillos que liberan sustancias tóxicas al agua y tierra por más de 10 años… Son solo algunos ejemplos de los residuos que se acumulan en calles, cunetas, cursos de agua y espacios verdes.

El impacto de estas acciones va más allá de lo visual: contamina el aire, los suelos, ríos, arroyos y lagunas, afecta la salud de la fauna silvestre, y pone en riesgo también nuestra salud. La acumulación de basura favorece la proliferación de vectores de enfermedades como roedores y mosquitos, y contribuye al cambio climático.

Además, en un mundo donde el volumen de residuos crece aceleradamente, la educación ambiental y la gestión responsable son fundamentales. Por eso, desde los gobiernos locales y organizaciones ambientales se insiste en una práctica simple pero clave:
👉 Separar los residuos secos y limpios en casa, entregarlos en los puntos adecuados y reducir el consumo innecesario de plásticos de un solo uso.

Arrojar residuos al entorno no es un acto inocente: es una agresión al presente y al futuro. Cuidar el ambiente es cuidarnos a nosotros mismos.