El documental The Great Hack, disponible en Netflix, se transformó en una de las producciones más impactantes para comprender la era de la desinformación y el uso estratégico de los datos personales. Dirigido por Karim Amer y Jehane Noujaim, aborda en detalle el escándalo de Cambridge Analytica y expone cómo millones de perfiles digitales fueron utilizados para influir en decisiones políticas, opiniones sociales y creencias individuales.

La historia se desarrolla a través de tres voces principales: David Carroll, profesor que exige saber qué información recolectaron sobre él; Brittany Kaiser, exdirectiva de Cambridge Analytica que reveló el funcionamiento interno de la empresa; y Carole Cadwalladr, periodista que investigó cómo la manipulación digital intervino en elecciones como la de Estados Unidos en 2016 y el referéndum del Brexit. Sus relatos permiten entender cómo un simple “me gusta”, una búsqueda o un comentario en redes pueden convertirse en piezas de un perfil psicológico extremadamente preciso.
Una de las claves del documental es cómo explica el proceso por el cual los datos permiten crear mensajes personalizados capaces de instalar ideas de manera casi invisible. The Great Hack muestra que estos mensajes no buscan convencer con argumentos directos, sino activar emociones —miedo, enojo, urgencia, sensación de amenaza— para moldear la percepción del mundo. Cuando estos contenidos se repiten y se presentan como parte natural del entorno digital del usuario, terminan generando pensamientos que la persona siente como propios, aunque en realidad fueron inducidos por campañas cuidadosamente diseñadas.
El film expone, además, el concepto de “microtargeting”: la práctica de enviar mensajes políticos o sociales totalmente personalizados, dirigidos solo a quienes son emocionalmente vulnerables a recibirlos. Así, cada persona recibe una versión distinta de la realidad, ajustada a sus temores, intereses o inseguridades. Esa información, presentada una y otra vez en la pantalla, crea la sensación de que “todo el mundo piensa así”, reforzando creencias hasta convertirlas en certezas absolutas.
The Great Hack también deja en evidencia que este proceso no actúa de manera abrupta, sino gradual. Las personas comienzan a consumir contenido diseñado para ellas, ven opiniones similares repetidas por algoritmos y terminan formando convicciones firmes que responden más a una estrategia digital que a un pensamiento crítico propio. La película invita, así, a reflexionar sobre la fragilidad de nuestra percepción y sobre cómo, sin darnos cuenta, podemos estar defendiendo ideas implantadas por terceros sin advertir su origen.
Más que un documental, The Great Hack funciona como un llamado urgente a la conciencia digital. Nos interpela a preguntarnos cuánta libertad hay realmente en lo que pensamos y cuántas de nuestras certezas pueden haber sido influenciadas por sistemas que conocen más de nosotros que nosotros mismos. Una obra imprescindible para entender cómo se construyen las “verdades” en tiempos donde los datos valen más que las palabras.





