
Un grupo de químicos de la Universidad de Copenhague logró un avance que podría transformar dos de los mayores problemas ambientales del siglo XXI: la contaminación plástica y el cambio climático. Según un artículo publicado en Science Advances, desarrollaron un método que permite convertir residuos de plástico PET en un absorbente capaz de capturar dióxido de carbono (CO₂) con gran eficiencia.
El PET, presente en envases y textiles, es uno de los plásticos más comunes y dañinos, ya que su acumulación genera microplásticos que contaminan aire, agua y suelos. Con esta nueva tecnología, esos desechos —incluso los que no pueden ser reciclados por métodos tradicionales— se transforman en BAETA, un material en polvo que fija el CO₂ atmosférico de manera similar a las tecnologías industriales actuales.
El BAETA puede instalarse en chimeneas de plantas industriales para reducir emisiones en tiempo real. Una vez saturado, el gas se libera mediante calor controlado, lo que permite recolectarlo, almacenarlo o reutilizarlo como recurso. “La ventaja de este método es que resolvemos un problema sin crear otro. Transformamos residuos en una materia prima que contribuye activamente a la solución climática”, explicó Margarita Poderyte, autora principal del estudio.
La síntesis del material es sencilla y escalable, ya que se realiza a temperatura ambiente, disminuyendo el consumo energético y facilitando la producción a gran escala. Los investigadores incluso señalan que el plástico degradado de los océanos podría convertirse en el insumo ideal para este proceso, marcando un paso hacia el suprarreciclaje y la economía circular.
Este descubrimiento abre la puerta a un cambio de paradigma: ver los residuos plásticos no como un desecho eterno, sino como un recurso estratégico en la lucha contra el calentamiento global.





