¿Light, diet o sin azúcar? El marketing saludable que puede estar enfermándote

En las góndolas brillan etiquetas con promesas de bienestar: “light”, “diet”, “natural”, “sin azúcar”. Pero muchos de estos productos no son tan saludables como parecen, y podrían estar perjudicando tu salud sin que lo sepas.

En un contexto donde cada vez más personas buscan comer mejor, la industria alimentaria adapta sus estrategias de marketing para vender productos supuestamente más sanos. Sin embargo, detrás de los envases color verde, las palabras “fit” o los dibujos de frutas, pueden esconderse ingredientes que el cuerpo no necesita —y que incluso pueden hacer daño.

¿Qué significa realmente “light”?

Es común pensar que un producto “light” es más saludable. Pero no siempre es así.

“Light” solo significa que tiene una reducción de algún componente (como azúcar, grasa o sodio) en comparación con la versión original del producto. Eso no quiere decir que sea bueno para vos: puede seguir conteniendo aditivos, grasas de mala calidad o un exceso de sal.

Por ejemplo, un queso “light” puede tener menos grasa, pero más sodio. Un yogur “light” puede tener menos azúcar, pero más edulcorantes y conservantes.


¿Y los productos “diet”?

“Diet” no es sinónimo de bajo en calorías. Esta etiqueta se usa para productos diseñados para personas con alguna condición específica, como la diabetes. En muchos casos, pueden tener más calorías que su versión común, pero menos azúcares o carbohidratos.


“Sin azúcar”: lo que nadie te cuenta

Cuando un producto dice “sin azúcar”, muchas veces está endulzado con edulcorantes artificiales como:

  • Aspartamo
  • Sucralosa
  • Acesulfame K

Estos aditivos no aportan calorías, pero estudios recientes los relacionan con alteraciones metabólicas, resistencia a la insulina, desequilibrios en la microbiota intestinal e incluso ansiedad.

Además, acostumbran al paladar a lo dulce, lo que puede dificultar cambiar realmente los hábitos.


“Natural” u “orgánico”: palabras sin regulación clara

Muchos productos se autodenominan “naturales” u “orgánicos” solo porque tienen un ingrediente real o vegetal, pero eso no garantiza que el resto del producto sea saludable. Un snack puede tener avena, pero también exceso de sodio, grasas trans o conservantes.


Cómo detectar si un producto es realmente saludable

Leé la lista de ingredientes: si tiene más de 10 ingredientes y no entendés la mitad, es probable que no sea una buena opción.
Desconfiá de lo “demasiado prometedor”: cuanto más marketing tiene un envase, más chances hay de que no sea tan natural como parece.
Buscá lo simple: productos con pocos ingredientes, que puedas reconocer y pronunciar.


Conclusión: el cambio empieza en la góndola… y en tu plato

No todo lo que parece sano lo es. La clave está en informarse, leer etiquetas y no dejarse llevar por el marketing. Si como consumidores exigimos productos verdaderamente saludables, simples y transparentes, la industria alimentaria se verá obligada a cambiar.

Comer mejor no empieza con una dieta. Empieza con saber qué estás eligiendo.