Cecilia Grierson, primera médica argentina y Ramón Carrillo, el primer ministro de Salud que tuvo el país, serán parte del nuevo billete que puso en circulación el Banco Central con valor de $2.000 y que conmemora el desarrollo de la ciencia y de la medicina Argentina.
Ramón Carrillo fue un prestigioso médico nacido en Santiago del Estero y graduado con medalla de oro en la Facultad de Medicina. A los 36 años ocupó la titularidad de la cátedra de Neurología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires.
Juan Domingo Perón, lo llama para la tarea de ministro de Salud y en su gestión logró el aumento de camas en los hospitales públicos, que pasaron de 66.300 en 1946 a 132.000 en 1954. Redujo los índices de muerte por tuberculosis y el de mortalidad infantil, además de erradicar enfermedades endémicas como el paludismo y la desaparición de la sifilis.
En el transcurso de su liderazgo en la cartera de salud se construyeron, además, hogares escuelas, hogares para ancianos e institutos formación en enfermería, y se estableció la atención gratuita para toda la población y se crearon políticas públicas como el “Tren Sanitario“.
Fue partícipe de las masivas campañas de vacunación que llegaron a todo el país, creó EMESTA, la primera fábrica nacional de medicamentos, que funcionaba en el Instituto Malbrán y producía medicinas un 70% más baratas que las de los laboratorios privados.
Cecilia Grierson, hija de inmigrantes escoses, pasó su infancia en Uruguay y Entre Ríos. La enfermedad y fallecimiento de una amiga fueron los sucesos que despertaron su vocación por la Medicina.
El 2 de julio de 1889, a sus 30 años, fue la primera mujer en graduarse de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA. Fundó la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino, la Asociación Médica Argentina, la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios y la Asociación Obstétrica Nacional de Parteras.
Junto con Alicia Moreau de Justo, Elvira Rawson y Julieta Lanteri iniciaron la lucha por los derechos civiles y políticos femeninos, impulsadas por los debates y protestas que se sucedieron durante la primera década del siglo XX.
Fue elegida como presidenta del Primer Congreso Femenino Internacional, que se realizó en mayo de 1910 en el salón de la sociedad Unione Operai Italiani que estaba en la calle Cuyo 1356 (actual calle Sarmiento). Además, ejerció la docencia universitaria y en su consultorio particular se ocupó también de los niños sordomudos.