El 31 de mayo se conmemora el Día Mundial sin Tabaco con el objetivo de mostrar la importancia de la lucha contra la epidemia del tabaquismo: la principal causa de muerte prevenible en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el tabaco mata en el mundo a más de ocho millones de personas cada año.
Cada 31 de mayo, la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria busca difundir las consecuencias que trae aparejada la adicción al tabaco y los beneficios que genera abandonarlo.
La doctora Cristina Borrajo, neumonóloga (MN 60747) y coordinadora de la Sección Tabaquismo de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria sostiene que “cuando uno deja de fumar, puede vivir mucho más tiempo con mejor calidad de vida. Los fumadores viven menos que los no fumadores y tienen más enfermedades. De hecho, de cada dos fumadores, uno va a morir por alguna enfermedad relacionada con el tabaco”.
La especialista recalcó que “dejar de fumar es una decisión muy importante en la vida de cada persona. Nosotros insistimos con dejar de fumar, con buscar ayuda y dejar el tabaco”.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, en Argentina la prevalencia de consumo de tabaco (cigarrillos) muestra un sostenido descenso desde 2005.
Si bien estas cifras son alentadoras, uno de cada cinco adultos del país fuma y uno de cada cinco trabajadores permanece expuesto al humo de tabaco en su lugar de trabajo y casi la mitad de la población vio publicidad de tabaco en los puntos de venta de cigarrillos.
“La adicción al tabaco cuenta con tres dimensiones: la física, provocada por la nicotina, que es la que genera la adicción; el síndrome de abstinencia, una adicción psicológica y una social. Las recaídas generalmente están relacionadas con alguna situación emocional o de estrés”, enumeró Borrajo.
El 22% de la población fuma y en general el 14% tiene Epoc, que es una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, en la cual el 95% de los casos se produce por el tabaco.
Cada cigarrillo contiene más de 5.000 productos tóxicos y cualquier forma de consumir tabaco (fumado o masticado) implica su ingreso al organismo a través de la boca, primer órgano de impacto cuando se fuma.
La base de la adicción al tabaco es la nicotina, cuyo nivel de adicción se equipara con el de drogas como la heroína. La nicotina actúa a nivel del cerebro uniéndose a unos receptores llamados nicotínicos ubicados en lugares estratégicos donde se regulan diversas sensaciones y los estimula sintetizando sustancias que generan estímulos como placer o saciedad, por eso el adicto a la nicotina genera una dependencia tan grande y le cuesta tanto dejar de fumar.
La neumonóloga explicó que no es necesario acudir a un especialista para iniciar un tratamiento, la persona puede consultar a su médico de cabecera o amigos en ese camino. Los tratamientos que tratan la adicción por lo general son de aproximadamente ocho o nueve encuentros. Luego se sigue en contacto con el paciente para evitar la recaída y en caso de que este atraviese alguna situación que genere la necesidad de fumar.
Por último expresó que “luego de seis meses uno puede hablar de un ex fumador porque se supone que ha dejado de fumar en los dos primeros meses que lo intentó y los otros son situaciones en las que ha vivido sin fumar y tratando de afrontar la situación. Pero en realidad el éxito de un tratamiento para dejar de fumar se mide a los seis meses y al año”.