En el verano la alimentación juega un papel clave en la salud mental, ya que permite disfrutar aún más de las actividades que esta estación brinda.

Hay alimentos que tienen la capacidad de fortalecer la estabilidad interior y son aliados perfectos para disfrutar del verano.
El pescado, es uno de esos alimentos que se convierten en una fuente importante de omega-3 como, por ejemplo, el salmón, las sardinas, la caballa del Atlántico, el bacalao, el arenque y la trucha de lago. El consumo de ácidos grasos puede llevar a una disminución en los niveles de triglicéridos, una reducción suave de la presión arterial, y minimiza la tendencia de la sangre a coagularse, lo que disminuye el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular y de insuficiencia cardíaca.
La ingesta de frutas y verduras, especialmente bayas, cítricos y de hoja verde, podría aumentar el optimismo y reducir el estrés y la depresión. Estos alimentos son beneficiosos para la mente por eso, tomar al menos cinco porciones diarias puede tener un efecto positivo en la salud mental, además de la física.
Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda comer al menos 400 gramos de frutas y verduras cada día, que se pueden dividir en cinco veces, para prevenir enfermedades crónicas y asegurarse de obtener suficiente fibra en la dieta.
Por otro lado, el consumo de cereales integrales, son una buena fuente de fibra dietética, como por ejemplo el arroz integral o la cebada, que pueden ser incluidas en la alimentación diaria de las personas de forma balanceada.
Un estudio, que se publicó en Frontiers in Psychiatry, concluyó que las personas que consumían más fibra tenían un riesgo significativamente menor de sufrir de ansiedad y problemas graves de salud mental.
El consumo de huevo favorece la pérdida de peso, el aumento de masa muscular y la salud ósea. Por otro lado, la yema es fuente de luteína y zeaxantina, así como de vitamina A, nutrientes clave para la salud ocular y prevención de ceguera senil. Además, ofrece beneficios durante el embarazo gracias a su contenido de vitaminas, minerales y ácido fólico, contribuyendo al desarrollo fetal.
Otras de las recomendaciones para poner en práctica durante el verano es beber agua ya que ayuda a la eliminación de residuos mediante la orina, el sudor y las heces, la regulación térmica del cuerpo, protección de las articulaciones y el resguardo de los tejidos delicados. La deshidratación, incluso en su forma leve, puede disminuir la energía y provocar fatiga.
Es aconsejable ingerir entre 2 y 3 litros de agua cada día, aunque esta cantidad puede fluctuar dependiendo de factores como la edad, el género, los hábitos alimenticios y el nivel de actividad física de cada persona.
Por último, practicar ejercicio en forma regular promueve un bienestar cardiovascular, físico y psicológico significativo. Actúa como un elemento preventivo y terapéutico frente a patologías crónicas, incluyendo trastornos cardíacos, ciertos tipos de cáncer y la diabetes mellitus.
Además, ayuda a mitigar los efectos del estrés psicológico, atenuando los estados depresivos y de angustia. Favorece también el fortalecimiento de capacidades cognitivas como el análisis, la adquisición de conocimientos y el discernimiento. Finalmente, contribuye al desarrollo sano en la adolescencia y eleva la calidad de vida en todas las edades.





