Generalmente, pensamos que la felicidad es algo que ocurre o no y solemos conectar la idea de felicidad con la situación en la que nos encontramos, por ejemplo: “si sucede tal o cual cosa seré feliz”.
Existen investigaciones que indican que sólo el 10% de la felicidad de una persona depende de la situación externa.
Sonja Lyubomirsky, en su estudio ha encontrado que existen tres grandes áreas que predicen la felicidad: los genes, las circunstancias y la actividad deliberada.
Según Lyubomirisky, los genes marcan la línea base de la felicidad de una persona, y predicen hasta un 50 por ciento de la felicidad de la persona.
Si bien el valor de referencia va a ser el punto inicial desde el que partamos, la manifestación o no de esta potencialidad, va a depender del estado de las siguientes dos áreas, el restante 50 por ciento de nuestra felicidad no está determinado al nacer.
Los datos señalan que las circunstancias vitales como el estado socioeconómico, experimentación de problemas o traumas, entre otras, sólo determinan un 10 por ciento de nuestra felicidad.
La felicidad depende de la personalidad, muchas personas son naturalmente felices y eso hace más fácil lograr la felicidad en su vida.
Como así también, están las que tienen tendencia a la negatividad, el mal humor, el pesimismo. Eso han aprendido en su entorno y así viven sus vidas sin preguntarse qué pueden hacer al respecto.
La decisión de ser feliz o no depende de nosotros. Esto significa que todos podemos ser felices.
Los investigadores demostraron que más de la mitad de la felicidad depende de cosas que están bajo nuestro control.
Claro, es decir, que una parte depende de nuestra actitud, la manera en que vivamos nuestra vida y los hábitos que tengamos.
Las personas que son felices logran sentirse exitosas, tiene mejor salud, logran sus metas, viven más años, tiene mejores relaciones y hasta aprenden más y mejor.
Existen algunos consejos para poner en práctica y llevar adelante hábitos para una vida feliz.
Por ejemplo:
Tomar conciencia de quienes somos. Las personas que logran conocerse viven una vida más feliz.
Aprender a poner límites.
Practicar la gratitud.
Perdonar: cambia la percepción de cómo te sientes respecto a una situación o persona. Identifica el enojo o la emoción que se despertó, reconoce la emoción y aprende a gestionarla.
Reconocer que tienes opciones: no puedes controlar los acontecimientos, pero sí tu forma de percibirlos y responder.
Descansar: dormir las horas necesarias.
Moverse: Haz ejercicio, está comprobado científicamente que hacer ejercicio te hace más feliz.
Mantener tu espacio ordenado.
Escuchar música alegre.
Tomar sol: siempre protegiéndote.
Rodearte de personas positivas: no engancharse con la negatividad de otras personas.
Celebrar tus logros.
Según Aristóteles, la felicidad es el fin que busca todo ser humano, el bien es el mayor deseo que guía a todas las acciones humanas. Y en su libro Ética a Nicómaco, identifica tres formas de vida que buscan la felicidad:
1. Guiada por el placer que se encuentra en la satisfacción de los impulsos.
2. La vida política, en la que el individuo busca la felicidad a través de los honores, las grandes hazañas y las riquezas, como si ser feliz dependiera de la aprobación del otro.
3. La contemplación, la forma más alta de vida. Entendiendo que la vida es un fin en sí mismo. No se necesita de nada externo.