La verdad detrás de los implantes: la historia cruda y valiente de Hely Bruno

En tiempos donde la apariencia pesa más que la salud, y la medicina estética se convierte en industria de consumo masivo, emergen historias que invitan a frenar y repensar. Una de esas voces es la de Hely Bruno, influencer y comunicadora, quien decidió contar con crudeza y valentía su proceso de explantación de prótesis mamarias, tras sufrir las consecuencias físicas y emocionales de un sistema que muchas veces calla lo más importante: los riesgos reales.

En una entrevista íntima y sin filtros, Hely compartió su historia marcada por la desinformación, la mala praxis y el despertar. Lo que parecía una decisión estética, terminó siendo una experiencia traumática que transformó su percepción sobre el cuerpo, la salud y la autoestima.

Un problema de salud invisibilizado

Aunque miles de mujeres se someten cada año a la colocación de implantes mamarios con fines estéticos o reconstructivos, los efectos adversos asociados siguen siendo poco difundidos. Hely comenzó a investigar por su cuenta, motivada por dolores, síntomas extraños y la intuición de que algo no estaba bien. Así descubrió el Síndrome de Enfermedad por Implantes Mamarios (BII), un conjunto de síntomas físicos y neurológicos reportados por miles de mujeres, aunque aún no reconocido oficialmente como diagnóstico médico.

Fatiga extrema, niebla mental, dolores musculares, pérdida de cabello, depresión, trastornos del sueño… los síntomas que Hely sentía coincidían con los reportados en cientos de testimonios. Pero eso no fue todo.

También existe evidencia científica concreta sobre el riesgo de Linfoma Anaplásico de Células Grandes (BIA-ALCL), un tipo de cáncer poco frecuente, pero directamente vinculado con implantes texturizados, que ha llevado incluso a que algunas marcas sean retiradas del mercado.

La realidad es contundente: los implantes no son permanentes, requieren revisiones, posibles reintervenciones cada 10 años y pueden derivar en complicaciones como rotura, contractura capsular, migración del implante o infecciones severas.

Una red de mujeres y un mensaje de advertencia

A partir de su experiencia, Hely comenzó a hablar públicamente del tema en sus redes. Y lo que empezó como un testimonio individual, se transformó en un espacio colectivo. “Muchas mujeres empezaron a escribirme. Agradecidas. Algunas con miedo. Otras que ya estaban pasando por lo mismo y no sabían a quién acudir”, cuenta.

Hoy, su historia es un faro para otras que sienten que algo no está bien, pero no tienen información, apoyo o diagnóstico. Hely insiste en que no se trata de demonizar la estética, sino de exigir verdadera información, responsabilidad médica y conciencia personal: La medicina estética no puede seguir siendo una máquina de hacer dinero a costa de cuerpos vulnerables. Necesitamos que se nos diga la verdad.

Más allá de lo material, volver a lo humano

Hoy Hely atraviesa lo que define como un duelo corporal, emocional y simbólico. Pero también como una oportunidad.

Su caso pone en evidencia una problemática de fondo: la presión social, la desinformación médica y la cultura de la perfección que convierte a los cuerpos —sobre todo los femeninos— en campos de batalla. En contraposición, su mensaje es claro: valernos por lo que somos y no por cómo lucimos. Porque cuando lo estético se impone sobre lo humano, se pierde algo mucho más profundo que una teta: se pierde la libertad.