En el enigmático templo de Ta Prohm, cerca del famoso Angkor Wat en Camboya, una pequeña talla de piedra que algunos interpretan como un “dinosaurio” ha captado la atención de arqueólogos y curiosos. Construido a finales del siglo XI bajo el reinado del rey Jayavarman VII, este templo es conocido por su arquitectura imponente y por estar parcialmente cubierto de exuberante vegetación y raíces de árboles centenarios que serpentean entre sus muros.
La talla en cuestión, del tamaño de una mano, representa lo que algunos creen que es un estegosaurio, uno de los dinosaurios herbívoros de la era Jurásica, reconocido por las placas óseas en su espalda. Sin embargo, esta interpretación ha generado un debate intenso en la comunidad científica y entre quienes sugieren que los antiguos habitantes de la región habrían tenido conocimientos sorprendentes o incluso un contacto visual con los dinosaurios.
¿Evidencia de contacto humano-dinosaurio?
Aunque es una idea popular entre los entusiastas de lo desconocido, los científicos argumentan que la posibilidad de que humanos y dinosaurios convivieran es altamente improbable, dado que los dinosaurios se extinguieron hace unos 66 millones de años, mucho antes de la aparición de los primeros humanos modernos. Investigadores señalan que muchas interpretaciones de esta talla podrían estar influenciadas por el fenómeno de la “pareidolia,” la tendencia humana a ver patrones reconocibles, como rostros o animales, en objetos inanimados.
Alternativas arqueológicas
Expertos en iconografía camboyana sugieren que la talla podría representar a un animal mítico, ya que en la tradición artística de la época era común la representación de seres fantásticos. También se sugiere que podría ser una representación de otro animal, como un rinoceronte o un jabalí, estilizado de una manera que, con el tiempo y el desgaste, se asemeje al dinosaurio.
El templo de Ta Prohm, envuelto en misterios y leyendas, es famoso por su conservación en un estado semi-salvaje, rodeado por las raíces de banianos y envuelto en un aire de misticismo que atrae a millones de turistas cada año. Sin embargo, la interpretación de esta talla como un dinosaurio sigue siendo un debate abierto entre la fascinación popular y el escepticismo científico.