Los árboles, aliados clave para mitigar el calor, reducir el impacto de lluvias intensas y enfrentar la sequía en verano

En un contexto de cambios climáticos cada vez más visibles, los especialistas coinciden en que los árboles se han convertido en una herramienta esencial para proteger a las ciudades y al medio ambiente. Su presencia no solo embellece los espacios urbanos y rurales, sino que también cumple funciones vitales para mitigar fenómenos climáticos extremos como el calor sofocante, las lluvias torrenciales y las sequías prolongadas.

En primer lugar, los árboles actúan como aire acondicionado natural. Gracias a la sombra que generan y al proceso de evapotranspiración —donde liberan vapor de agua al ambiente—, logran reducir entre 2 y 8 grados la temperatura en las zonas donde están presentes. Esta función se vuelve fundamental en verano, cuando las olas de calor afectan con mayor frecuencia a distintas regiones del país.

Otro beneficio clave se relaciona con las lluvias intensas, un fenómeno cada vez más recurrente. Las copas de los árboles funcionan como una barrera natural que disminuye la velocidad del agua al caer, mientras que sus raíces ayudan a absorberla y filtrarla en el suelo. De esta manera, reducen el riesgo de inundaciones, erosión y anegamientos, especialmente en zonas urbanas donde el pavimento impide la infiltración natural.

Asimismo, en períodos de sequía, los árboles contribuyen a mantener la humedad del suelo y regular el ciclo hídrico, lo que resulta esencial para la agricultura y para el equilibrio de los ecosistemas. Su presencia mejora la retención de agua, favorece la biodiversidad y ayuda a estabilizar el clima local.

Los expertos sostienen que la plantación y el cuidado de los árboles deben ser políticas prioritarias en municipios y comunas, ya que representan una inversión a largo plazo con beneficios ambientales, sociales y económicos. Promover la forestación urbana, proteger los montes nativos y educar sobre su importancia son pasos imprescindibles en un escenario donde el clima exige soluciones concretas.

En definitiva, los árboles no solo dan sombra: dan vida, protección y futuro. En un mundo cada vez más cálido y vulnerable, su rol es irremplazable.